08 diciembre, 2008


Quién sabe si de haber existido aún la estación de tren que había en pleno Parque Bustamante, y que conducía a Pirque, los capitalinos saldrían todavía más de la ciudad. A airearse los fines de semana al menos.

Según los vecinos más antiguos, el Parque Bustamante siempre ha sido tranquilo, aunque antes tenía "menos ruido y había menos gente dando vuelta". Sin embargo, las generaciones cambian, y con ello el concepto de relajo y descanso. Los viejos no entienden cómo los jóvenes de hoy pueden entretenerse subiéndose a una tabla. Ellos paseaban, conversaban o leían. Además no había autos, por la calle Seminario sólo pasaban carros.
"La modernización y la taquilla", según Graciela, una vecina de 77 años, llegó hace 10 años con la construcción de la ciclovía y el skate park. Fueron como imanes para los jóvenes del barrio y los de afuera, quienes día y noche disfrutan de las instalaciones. Pero los que llevan más de 30 años viviendo en las calles Seminario, General Bustamante o Ramón Carnicer, como la misma Graciela, no creen lo mismo. “La tranquilidad ya no es la de antes. Estos niños vienen a puro hacer desorden. Entran al supermercado Líder de las calles Rancagua con Seminario, rompen vidrios, pintan paredes con spray y a veces roban cosas”. Por eso ella prefiere seguir haciendo sus compras en los locales con dueños más tradicionales como San Gabriel ltda. y el kiosko que está hace más de 25 años ubicado en la esquina de General Bustamante con Bilbao.


Ignacio (18) es de los que va al Parque Bustamante todos los días después del colegio. “Acá lo paso bien porque además de hacer skate, me relajo y converso con mis amigos del Colegio Cambridge (Seminario N° 81). A veces tomamos chelas o nos fumamos unos pitos, pero llegan los pacos o los de seguridad de la municipalidad y nos hacen el típico control de identidad y se van”, dice. Ignacio, como muchos otros estudiantes del barrio, cuenta que a pesar de no conocer a todos los que van al parque, por lo menos se ubican de vista. “Somos amigos de las locas del Compañía María de Seminario (Seminario Nº 31), y de los de otros colegios, porque siempre nos vemos por estos lados. Es harta la buena onda, si alguien que no es del barrio trata de robarnos o armar pelea, nos defendemos”.

Al alcalde Cristián Labbé, Luisa (81), una vecina de la calle Bustamante lo considera “una joya”. Está conforme, al igual que muchos otros jubilados del sector con la limpieza y la seguridad de la comuna de Providencia, y especialmente la del barrio Bustamante. Según ella siempre ha sido así, aunque de vez en cuando "vienen los delincuentes a hacer caos, pero comparado con otros sectores, Bustamante es calmado". Una de las prioridades municipales son las personas de la tercera edad, y entre otras cosas, les mandan a sus casas revistas con actividades. A los más jóvenes se les mantiene informados gracias a internet, y con datos publicados en el nuevo Café Literario. Para muchos, esa información es una novedad, porque antes todo era más independiente y menos personalizado.

Hace seis meses llegó un nuevo vecino al barrio: El Café Literario. De construcción moderna, resalta entre los otros edificios, algunos de colores más opacos y de arquitectura más antigua construidos hace más de medio siglo -cerca de los años 30- para la clase acomodada de la época. Al frente de una gran pileta y con esculturas y adornos contemporáneos, este Café fue creado para satisfacer las necesidades culturales y recreativas de los vecinos. Con la temperatura adecuada, una cafetería, libros para niños, jóvenes y adultos, espacios para trabajar, leer o pensar, el Café permite disfrutar del ambiente y mirar el entorno a través de los grandes ventanales.

El barrio Bustamante se identifica por tener siempre actividades educativas, culturales y tradicionales, como ferias de artesanía precolombina o de libros. La última fue la 22° versión de la Feria Internacional Infantil y Juvenil del Libro, que se realizó entre el 28 de mayo y el ocho de junio pasado.

A pesar de la constante actividad en el barrio, no existe una verdadera interacción entre los residentes. Según Carlos Gallardo (53) los adultos con los jóvenes no tienen una relación profunda, ni siquiera una superficial. De lunes a viernes trabajan lejos y “ni les vemos las caras”. Él entiende a los jóvenes, pero no comprende su manera de disfrutar la vida. “De sus departamentos al transporte, de ahí llegan a la oficina, y vuelven cuando ya es de noche. No alcanzan a encantarse con la belleza natural”. Encuentra extraño que no gocen tanto del parque estando tan cerca. “Además de artesano, soy ciclista. Llevo 12 años viviendo aquí y desde el primer día, no ha habido ni uno en el que no salga a andar en bicicleta junto a mi pareja. En la semana trabajo en armar la artesanía y los sábados y domingos me dedico a venderla", agrega.

Gallardo cuenta que todos los días se despierta a las siete de la mañana, tres horas antes de empezar a trabajar, y da un par de vueltas por la ciclovía del parque. Y aunque esta vía especial fue creada en beneficio de los transeúntes no motorizados, los ciclistas se quejan de que muchos no la saben usar. “Las señoras conversan y caminan lento, sin darse cuenta de que es una falta de respeto, eso de que crucen y anden por la vereda es riesgoso, porque yo ando rápido y trato de tocar la bocina o gritar pero a veces no da resultado. Yo sé que la ciclovía está hecha para peatones también, pero es un peligro”, explica Juan (23), fiel ciclista del barrio Bustamante.



Hombres, mujeres, niños, jóvenes, gordos, bajos, en el Parque Bustamante hay de todo. Y la diversidad existe también en cuanto a religiones. La Parroquia Italiana Nuestra Señora de Pompeya (General Bustamante N° 180) del barrio es muy conocida entre los vecinos, ya que para Navidad realizan una gran celebración. Independiente de la creencia existe un respeto, de igual manera sucede con la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera (General Bustamante N° 60).

Iglesias, locales comerciales y colegios, todos tradicionales. Supermercados, pubs y ciclovías, todos modernos. Construcciones de hace 40 años o de hace 10. Dos épocas que se integran y se contrastan. Los de la tercera edad siguen con sus costumbres de comprar las verduras para la semana en los locales antiguos, el hábito de pasear por el Parque Bustamante y disfrutar de la sombra de sus árboles. De barrer afuera de sus casas y relacionarse con los vecinos. Los jóvenes y adolescentes por su parte, andando en skate o disfrutando de la noche en los bares de las calles entre Bustamante y Santa Isabel. Pero hay dos características que une a estas generaciones: el amor por la literatura y la naturaleza.

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